Relación de la muerte de Lehi. Los hermanos de Nefi se rebelan en contra de él. El Señor amonesta a Nefi a salir para el desierto. Sus viajes por el desierto, etc.


CAPÍTULO 1

Lehi profetiza acerca de una tierra de libertad—Los de su posteridad serán dispersados y afligidos si rechazan al Santo de Israel—Exhorta a sus hijos a ceñirse con la armadura de la rectitud. Aproximadamente 588—570 a.C.

1 Y aconteció que después que yo, Nefi, hube concluido de enseñar a mis hermanos, nuestro apadre Lehi les habló muchas cosas también, y les recordó cuán grandes cosas el Señor había hecho por ellos al sacarlos de la tierra de Jerusalén,

2 y les habló de sus arebeliones sobre las aguas, y de las misericordias de Dios al salvarles la vida, para que no fuesen hundidos en el mar;

3 y también les habló tocante a la tierra de promisión que habían obtenido, de cuán misericordioso había sido el Señor en advertirnos que saliéramos de la tierra de Jerusalén.

4 Porque he aquí, les dijo, he visto una avisión, por la cual yo sé que Jerusalén está destruida; y si hubiésemos permanecido en bJerusalén, también habríamos cperecido.

5 Pero, dijo él, a pesar de nuestras aflicciones, hemos obtenido una atierra de promisión, una tierra bescogida sobre todas las demás; una tierra que el Señor Dios hizo convenio conmigo de que sería una tierra para la herencia de mi posteridad. Sí, el Señor me ha dado esta tierra por cconvenio a mí y a mis hijos para siempre, y también para todos aquellos que la mano del Señor conduzca de otros países.

6 Por tanto, yo, Lehi, profetizo según el Espíritu que obra en mí, que anadie vendrá a esta tierra a menos que sea traído por la mano del Señor.

7 Por tanto, esta tierra está aconsagrada a quienes él traiga. Y en caso de que le sirvan según los mandamientos que él ha dado, será para ellos una tierra de blibertad; por lo que nunca serán reducidos al cautiverio; si tal sucediere, será por causa de la iniquidad; porque si abunda la iniquidad, cmaldita será la tierra por causa de ellos; pero para los justos será bendita para siempre.

8 Y he aquí, es prudente que esta tierra no llegue todavía al conocimiento de otras naciones; pues he aquí, muchas naciones sobrellenarían la tierra, de modo que no habría lugar para una herencia.

9 Por tanto, yo, Lehi, he obtenido la promesa de que, asi aquellos que el Señor Dios trae de la tierra de Jerusalén obedecen sus mandamientos, bprosperarán sobre la superficie de esta tierra y serán preservados de todas las demás naciones, a fin de que posean esta tierra para sí mismos. Y en caso de que cguarden sus mandamientos, serán bendecidos sobre la superficie de la tierra; y no habrá quien los moleste ni les quite la tierra de su herencia; y habitarán seguros para siempre.

10 Pero he aquí, cuando llegue el día en que degeneren en la incredulidad, después de haber recibido tan grandes bendiciones de la mano del Señor —teniendo el conocimiento de la creación de la tierra y de todos los hombres, conociendo las grandes y maravillosas obras del Señor desde la creación del mundo, habiéndoseles dado el poder para hacer todas las cosas por la fe; teniendo todos los mandamientos desde el principio, y habiendo sido conducidos por su infinita bondad a esta preciosa tierra de promisión— he aquí, digo que si llega el día en que rechacen al Santo de Israel, el verdadero aMesías, su Redentor y su Dios, he aquí, los juicios del que es justo descenderán sobre ellos.

11 Sí, él traerá sobre ellos a aotras naciones, a las que dará poder, y les quitará la tierra de sus posesiones, y hará que sean bdispersados y afligidos.

12 Sí, al pasar de una generación a otra habrá aefusión de sangre y grandes calamidades entre ellos; por lo tanto, hijos míos, quisiera que recordaseis, sí, quisiera que escuchaseis mis palabras.
13 ¡Oh que despertaseis; que despertaseis de ese profundo sueño, sí, del sueño del ainfierno, y os sacudieseis de las espantosas bcadenas que os tienen atados, cadenas que sujetan a los hijos de los hombres a tal grado que son llevados cautivos al eterno cabismo de miseria y angustia!

14 ¡Despertad y levantaos del polvo! ¡Escuchad las palabras de un apadre tembloroso, cuyo cuerpo pronto tendréis que entregar a la fría y silenciosa btumba, de donde ningún viajero puede volver; unos días más, y seguiré el ccamino de toda la tierra!

15 Pero he aquí, el Señor ha aredimido a mi alma del infierno; he visto su gloria, y estoy para siempre envuelto entre los bbrazos de su camor.

16 Y mi deseo es que os acordéis de observar los aestatutos y los juicios del Señor; he aquí, ésta ha sido la ansiedad de mi alma desde el principio.

17 Mi corazón ha estado agobiado de pesar de cuando en cuando, pues he temido que por la dureza de vuestros corazones, el Señor vuestro Dios viniese en la plenitud de su aira sobre vosotros, y fueseis btalados y destruidos para siempre;

18 o que una maldición os sobreviniera por el espacio de amuchas generaciones; y fueseis castigados por la espada y por el hambre, y fueseis aborrecidos, y llevados según la voluntad y cautividad del bdiablo.

19 ¡Oh hijos míos, que no os sucedan estas cosas, sino que seáis un pueblo escogido y afavorecido del Señor! Mas he aquí, hágase su voluntad, porque sus bvías son para siempre justas.

20 Y él ha dicho: aSi guardáis mis bmandamientos, cprosperaréis en la tierra; pero si no guardáis mis mandamientos, seréis desechados de mi presencia.

21 Y ahora bien, para que mi alma se regocije en vosotros, y mi corazón salga de este mundo con gozo por causa vuestra, a fin de que no sea yo llevado con pena y dolor a la tumba, levantaos del polvo, hijos míos, y sed ahombres, y estad resueltos en buna sola voluntad y con un solo corazón, unidos en todas las cosas, para que no descendáis al cautiverio;

22 para que no seáis maldecidos con una grave maldición; ni que tampoco traigáis el desagrado de un Dios ajusto sobre vosotros para la condenación, sí, la eterna condenación del cuerpo y del alma.

23 Despertad, hijos míos; ceñíos con la aarmadura de la rectitud. Sacudíos de las cadenas con las cuales estáis sujetos, y salid de la obscuridad, y levantaos del polvo.

24 No os rebeléis más en contra de vuestro hermano, cuyas manifestaciones han sido gloriosas, y quien ha guardado los mandamientos desde la época en que salimos de Jerusalén; y el cual ha sido un instrumento en las manos de Dios para traernos a la tierra de promisión; porque si no hubiese sido por él, habríamos perecido de ahambre en el desierto; no obstante, habéis intentado bquitarle la vida; sí, y él ha padecido mucha angustia a causa de vosotros.

25 Y yo temo y tiemblo en extremo que por causa de vosotros él padezca de nuevo; porque he aquí, lo habéis acusado de que pretendió poder y aautoridad sobre vosotros; mas yo sé que él no ha procurado poder ni autoridad sobre vosotros; sino que ha procurado la gloria de Dios y vuestro propio bienestar eterno.

26 Y habéis murmurado porque él ha sido claro con vosotros. Decís que ha recurrido a la aaspereza; decís que se ha enojado con vosotros; mas he aquí, que su severidad fue el rigor del poder de la palabra de Dios que estaba en él; y lo que vosotros llamáis ira fue la verdad, según la que se halla en Dios, la cual él no pudo reprimir, expresándose intrépidamente concerniente a vuestras iniquidades.

27 Y es menester que el apoder de Dios esté con él, aun hasta mandaros que obedezcáis. Mas he aquí, no fue él, sino el bEspíritu del Señor que en él estaba, el cual le cabrió la boca para que hablara, de modo que no la podía cerrar.

28 Y ahora bien, hijo mío, Lamán, y también Lemuel y Sam, y también vosotros, hijos míos, que sois hijos de Ismael, he aquí, si escucháis la voz de Nefi, no pereceréis. Y si lo escucháis, os dejo una abendición, sí, mi primera bendición.

29 Pero si no queréis escucharlo, retiro mi aprimera bendición, sí, mi bendición, y quedará sobre él.

30 Y ahora te hablo a ti, Zoram: He aquí, tú eres el asiervo de Labán; no obstante, has sido traído de la tierra de Jerusalén, y sé que tú eres un amigo fiel de mi hijo Nefi para siempre.

31 Por lo tanto, porque has sido fiel, tu posteridad será bendecida acon su posteridad, para que vivan prósperamente por largo tiempo sobre la faz de esta tierra; y nada, a menos que sea la iniquidad entre ellos, dañará ni perturbará su prosperidad sobre la superficie de esta tierra para siempre.

32 Así pues, si guardáis los mandamientos del Señor, él ha consagrado esta tierra para la seguridad de tu posteridad con la de mi hijo.

CAPÍTULO 2

La redención viene por medio del Santo Mesías—La libertad para escoger (el albedrío) es esencial para la existencia y el progreso—Adán cayó para que los hombres existiesen—Los hombres son libres para escoger la libertad y la vida eterna. Aproximadamente 588—570 a.C.

1 Y ahora, Jacob, te hablo a ti: Tú eres mi aprimer hijo nacido en los días de mi tribulación en el desierto. Y he aquí, tú has padecido aflicciones y mucho pesar en tu infancia a causa de la rudeza de tus hermanos.

2 No obstante, Jacob, mi primer hijo nacido en el desierto, tú conoces la grandeza de Dios; y él consagrará tus aflicciones para tu provecho.

3 Por consiguiente, tu alma será bendecida, y vivirás en seguridad con tu hermano Nefi; y tus días se emplearán al servicio de tu Dios. Por tanto, yo sé que tú estás redimido a causa de la justicia de tu Redentor; porque has visto que en la plenitud de los tiempos él vendrá para traer la salvación a los hombres.

4 Y en tu juventud has avisto su gloria; por lo tanto, bienaventurado eres, así como lo serán aquellos a favor de quienes él ejercerá su ministerio en la carne; porque el Espíritu es el mismo, ayer, hoy y para siempre. Y la vía está preparada desde la caída del hombre, y la salvación es bgratuita.

5 Y los hombres son suficientemente instruidos para adiscernir el bien del mal; y la ley es dada a los hombres. Y por la ley ninguna carne se bjustifica, o sea, por la ley los hombres son cdesarraigados. Sí, por la ley temporal fueron desterrados; y también por la ley espiritual perecen en cuanto a lo que es bueno, y llegan a ser desdichados para siempre.

6 Por tanto, la aredención viene en el Santo bMesías y por medio de él, porque él es lleno de cgracia y de verdad.

7 He aquí, él se ofrece a sí mismo en asacrificio por el pecado, para satisfacer las demandas de la ley, por todos los de corazón quebrantado y de espíritu contrito; y por nadie más se pueden satisfacer las bdemandas de la ley.

8 Por lo tanto, cuán grande es la importancia de dar a conocer estas cosas a los habitantes de la tierra, para que sepan que ninguna carne puede morar en la presencia de Dios, asino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías, quien da su vida, según la carne, y la vuelve a tomar por el poder del Espíritu, para efectuar la bresurrección de los muertos, siendo el primero que ha de resucitar.

9 De manera que él es las primicias para Dios, pues él aintercederá por todos los hijos de los hombres; y los que crean en él serán salvos.

10 Y por motivo de la intercesión hecha por atodos, todos los hombres vienen a Dios; de modo que comparecen ante su presencia para que él los bjuzgue de acuerdo con la verdad y csantidad que hay en él. Por tanto, los fines de la ley que el Santo ha dado, para la imposición del castigo que se ha fijado, el cual castigo que se ha fijado se halla en oposición a la felicidad que se ha fijado, para cumplir los fines de la dexpiación;

11 porque es preciso que haya una aoposición en todas las cosas. Pues de otro modo, mi primer hijo nacido en el desierto, no se podría llevar a efecto la rectitud ni la iniquidad, ni tampoco la santidad ni la miseria, ni el bien ni el mal. De modo que todas las cosas necesariamente serían un solo conjunto; por tanto, si fuese un solo cuerpo, habría de permanecer como muerto, no teniendo ni vida ni muerte, ni corrupción ni incorrupción, ni felicidad ni miseria, ni sensibilidad ni insensibilidad.

12 Por lo tanto, tendría que haber sido creado en vano; de modo que no habría habido ningún aobjeto en su creación. Esto, pues, habría destruido la sabiduría de Dios y sus eternos designios, y también el poder, y la misericordia, y la bjusticia de Dios.

13 Y si decís que ano hay ley, decís también que no hay pecado. Si decís que no hay pecado, decís también que no hay rectitud. Y si no hay rectitud, no hay felicidad. Y si no hay rectitud ni felicidad, tampoco hay castigo ni miseria. Y si estas cosas no existen, Dios bno existe. Y si no hay Dios, nosotros no existimos, ni la tierra; porque no habría habido creación de cosas, ni para actuar ni para que se actúe sobre ellas; por consiguiente, todo se habría desvanecido.

14 Y ahora bien, hijos míos, os hablo estas cosas para vuestro provecho e instrucción; porque hay un Dios, y él ha acreado todas las cosas, tanto los cielos como la tierra y todo cuanto en ellos hay; tanto las cosas que actúan como aquéllas sobre las cuales se bactúa.

15 Y para realizar sus eternos adesignios en cuanto al objeto del hombre, después que hubo creado a nuestros primeros padres, y los animales del campo, y las aves del cielo, y en fin, todas las cosas que se han creado, era menester una oposición; sí, el bfruto cprohibido en oposición al dárbol de la vida, siendo dulce el uno y amargo el otro.

16 Por lo tanto, el Señor Dios le concedió al hombre que aobrara por sí mismo. De modo que el hombre no podía actuar por sí a menos que lo batrajera lo uno o lo otro.

17 Y yo, Lehi, de acuerdo con las cosas que he leído, debo suponer que un aángel de Dios había bcaído del cielo, según lo que está escrito; por tanto, se convirtió en un cdiablo, habiendo procurado lo malo ante Dios.

18 Y porque había caído del cielo, y llegado a ser miserable para siempre, aprocuró igualmente la miseria de todo el género humano. Por tanto, dijo a bEva, sí, esa antigua serpiente, que es el diablo, el padre de todas las cmentiras, así le dijo: Come del fruto prohibido, y no morirás, sino que serás como Dios, dconociendo el bien y el mal.

19 Y después que Adán y Eva hubieron acomido del fruto prohibido, fueron echados del jardín de bEdén, para cultivar la tierra.

20 Y tuvieron hijos, sí, la afamilia de toda la tierra.

21 Y los días de los hijos de los ahombres fueron prolongados, según la voluntad de Dios, para que se barrepintiesen mientras se hallaran en la carne; por lo tanto, su estado llegó a ser un estado de cprobación, y su tiempo fue prolongado, conforme a los mandamientos que el Señor Dios dio a los hijos de los hombres. Porque él dio el mandamiento de que todos los hombres se arrepintieran; pues mostró a todos los hombres que estaban dperdidos a causa de la transgresión de sus padres.

22 Pues, he aquí, si Adán no hubiese transgredido, no habría caído, sino que habría permanecido en el jardín de Edén. Y todas las cosas que fueron creadas habrían permanecido en el mismo estado en que se hallaban después de ser creadas; y habrían permanecido para siempre, sin tener fin.

23 Y no hubieran tenido ahijos; por consiguiente, habrían permanecido en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria; sin hacer lo bueno, porque no conocían el pecado.

24 Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría de aquel que todo lo asabe.

25 aAdán bcayó para que los hombres existiesen; y cexisten los hombres para que tengan dgozo.

26 Y el aMesías vendrá en la plenitud de los tiempos, a fin de bredimir a los hijos de los hombres de la caída. Y porque son redimidos de la caída, han llegado a quedar clibres para siempre, discerniendo el bien del mal, para actuar por sí mismos, y no para que se actúe sobre ellos, a menos que sea por el castigo de la dley en el grande y último día, según los mandamientos que Dios ha dado.

27 Así pues, los hombres son alibres según la carne; y les son dadas todas las cosas que para ellos son propias. Y son libres para bescoger la libertad y la vida ceterna, por medio del gran Mediador de todos los hombres, o escoger la cautividad y la muerte, según la cautividad y el poder del diablo; pues él busca que todos los hombres sean miserables como él.

28 Y ahora bien, hijos míos, quisiera que confiaseis en el gran aMediador y que escuchaseis sus grandes mandamientos; y sed fieles a sus palabras y escoged la vida eterna, según la voluntad de su Santo Espíritu;

29 y no escojáis la muerte eterna según el deseo de la carne y la iniquidad que hay en ella, que da al espíritu del diablo el poder de acautivar, de hundiros en el binfierno, a fin de poder reinar sobre vosotros en su propio reino.

30 Os he hablado estas pocas palabras a todos vosotros, hijos míos, en los últimos días de mi probación; y he escogido la buena parte, según las palabras del profeta. Y no tengo ninguna otra intención sino el eterno bienestar de vuestras almas. Amén.


CAPÍTULO 3

José, en Egipto, vio a los nefitas en visión—Profetizó en cuanto a José Smith, el vidente de los últimos días; en cuanto a Moisés, que libraría a Israel; y en cuanto al advenimiento del Libro de Mormón. Aproximadamente 588—570 a.C.

1 Y ahora te hablo a ti, José, mi apostrer hijo. Tú naciste en el desierto de mis aflicciones; sí, tu madre te dio a luz en la época de mis mayores angustias.

2 Y el Señor te consagre también a ti esta atierra, la cual es una tierra tan preciosa, por herencia tuya y la herencia de tu posteridad con tus hermanos, para vuestra seguridad perpetua, si es que guardáis los mandamientos del Santo de Israel.

3 Y ahora bien, José, mi último hijo, a quien he traído del desierto de mis aflicciones, el Señor te bendiga para siempre, porque tu posteridad no será enteramente adestruida.

4 Porque he aquí, tú eres el fruto de mis lomos; y yo soy descendiente de aJosé que fue llevado bcautivo a Egipto. Y grandes fueron los convenios que el Señor hizo con José.

5 Por lo tanto, José realmente avio nuestro día. Y recibió del Señor la promesa de que del fruto de sus lomos el Señor Dios levantaría una brama cjusta a la casa de Israel; no el Mesías, sino una rama que iba a ser desgajada, mas no obstante, sería recordada en los convenios del Señor de que el dMesías sería manifestado a ellos en los últimos días, con el espíritu de poder, para sacarlos de las etinieblas a la luz; sí, de la obscuridad oculta y del cautiverio a la libertad.

6 Porque José en verdad testificó diciendo: El Señor mi Dios levantará a un avidente, el cual será un vidente escogido para los del fruto de mis blomos.

7 Sí, José verdaderamente dijo: Así me dice el Señor: Levantaré a un avidente escogido del fruto de tus lomos, y será altamente estimado entre los de tu simiente. Y a él daré el mandamiento de que efectúe una obra para el fruto de tus lomos, sus hermanos, la cual será de mucho valor para ellos, aun para llevarlos al conocimiento de los convenios que yo he hecho con tus padres.

8 Y le daré el mandamiento de que ano haga ninguna otra obra, sino la que yo le mande. Y lo haré grande a mis ojos, porque ejecutará mi obra.

9 Y será grande como aMoisés, de quien dije que os lo levantaría para blibrar a mi pueblo, ¡oh casa de Israel!

10 Y levantaré a Moisés para librar a tu pueblo de la tierra de Egipto.

11 Pero del fruto de tus lomos levantaré a un vidente, y a él daré apoder para llevar mi palabra a los de tu descendencia; y no solamente para llevarles mi palabra, dice el Señor, sino para convencerlos de mi palabra que ya se habrá declarado entre ellos.

12 Por lo tanto, el fruto de tus lomos aescribirá, y el fruto de los lomos de bJudá cescribirá; y lo que escriba el fruto de tus lomos, y también lo que escriba el fruto de los lomos de Judá, crecerán juntamente para dconfundir las falsas doctrinas, y poner fin a las contenciones, y establecer la paz entre los del fruto de tus lomos, y ellevarlos al fconocimiento de sus padres en los postreros días, y también al conocimiento de mis convenios, dice el Señor.

13 Y de la debilidad él será hecho fuerte, el día en que mi obra empiece entre todo mi pueblo para restaurarte, oh casa de Israel, dice el Señor.

14 Y así profetizó José, diciendo: He aquí, el Señor bendecirá a ese vidente, y los que traten de destruirlo serán confundidos; porque se cumplirá esta promesa que he recibido del Señor tocante al fruto de mis lomos. He aquí, estoy seguro del cumplimiento de esta promesa;

15 y su anombre será igual que el mío; y será igual que el bnombre de su padre. Y será semejante a mí, porque aquello que el Señor lleve a efecto por su mano, por el poder del Señor, guiará a mi pueblo a la salvación.

16 Sí, José así profetizó: Estoy seguro de esto, así como estoy seguro de la promesa de Moisés; porque el Señor me ha dicho: aPreservaré a tu descendencia para siempre.

17 Y ha dicho el Señor: Levantaré a un Moisés; y le daré poder en una vara, y le daré prudencia para escribir. Mas no desataré su lengua para que hable mucho, porque no lo haré grande en cuanto a la palabra. Pero le aescribiré mi ley, con el dedo de mi propia mano, y prepararé a un bportavoz para él.

18 Y también me dijo el Señor: Levantaré a uno para el fruto de tus lomos, y prepararé para él un portavoz. Y he aquí, le concederé que escriba la escritura del fruto de tus lomos, para el fruto de tus lomos; y el portavoz de tus lomos la declarará.

19 Y las palabras que él escriba serán las que yo en mi sabiduría juzgue conveniente que lleguen al fruto de tus lomos; y será como si los del afruto de tus lomos les hubiesen clamado bdesde el polvo, porque conozco su fe.

20 Y aclamarán desde el polvo; sí, el arrepentimiento a sus hermanos, sí, aun después de haber pasado sobre ellos muchas generaciones. Y sucederá que su clamor saldrá, sí, según la sencillez de sus palabras.

21 A causa de su fe sus apalabras saldrán de mi boca a sus hermanos, que son el fruto de tus lomos; y la debilidad de sus palabras yo fortaleceré en su fe, a fin de que recuerden mi convenio que hice con tus padres.

22 Y ahora bien, he aquí, mi hijo José, así fue como aprofetizó mi padre de antaño.

23 Por lo tanto, bendito eres por causa de este convenio; porque tus descendientes no serán destruidos, pues escucharán las palabras del libro.

24 Y se levantará entre ellos uno poderoso que efectuará mucho bien, tanto en palabras como en obras, siendo un instrumento en las manos de Dios, con gran fe, para obrar potentes maravillas y realizar aquello que es grande a la vista de Dios, para efectuar mucha restauración a la casa de Israel y a la posteridad de tus hermanos.

25 Y ahora bien, bendito eres tú, José. He aquí, eres pequeño; escucha, por tanto, las palabras de tu hermano Nefi, y será hecho contigo de conformidad con las palabras que he hablado. Recuerda las palabras de tu padre, que está para morir. Amén.


CAPÍTULO 4

Lehi aconseja y bendice a su posteridad—Muere y es sepultado—Nefi se gloría en la bondad de Dios—Nefi pone su confianza en el Señor para siempre. Aproximadamente 588—570 a.C.

1 Y ahora yo, Nefi, hablo respecto a las profecías de las cuales ha hablado mi padre, concernientes a aJosé, que fue llevado a Egipto.

2 Porque he aquí, él verdaderamente profetizó acerca de toda su posteridad; y no hay muchas aprofecías mayores que las que él escribió. Y profetizó concerniente a nosotros y nuestras generaciones venideras; y está escrito en las planchas de bronce.

3 Por tanto, luego que mi padre hubo concluido de hablar concerniente a las profecías de José, llamó a la familia de Lamán, sus hijos y sus hijas, y les dijo: He aquí, mis hijos e hijas, vosotros que sois los hijos e hijas de mi aprimogénito, quisiera que escuchaseis mis palabras.

4 Porque el Señor Dios ha dicho que: aAl grado que guardéis mis mandamientos, prosperaréis en el país; y si no guardáis mis mandamientos, seréis desechados de mi presencia.

5 Mas he aquí, mis hijos e hijas, no puedo descender a la tumba sin dejar sobre vosotros una abendición; porque he aquí, sé que si sois instruidos en la bsenda que debéis seguir, no la abandonaréis.

6 Por tanto, si sois maldecidos, he aquí, dejo mi bendición sobre vosotros, para que os sea quitada la maldición, y recaiga sobre la acabeza de vuestros padres.

7 Por tanto, a causa de mi bendición el Señor Dios ano permitirá que perezcáis; por tanto, será bmisericordioso con vosotros y con vuestra posteridad para siempre.

8 Y aconteció que luego que mi padre hubo concluido de hablar a los hijos de Lamán, hizo venir ante él a los hijos e hijas de Lemuel.

9 Y les habló diciendo: He aquí, mis hijos e hijas, vosotros que sois hijos e hijas de mi segundo hijo, he aquí, os dejo la misma bendición que dejé a los hijos e hijas de Lamán; por consiguiente, no seréis destruidos por completo, sino que al fin vuestra descendencia será bendecida.

10 Y ocurrió que cuando mi padre hubo concluido de hablar con ellos, he aquí, se dirigió a los hijos de aIsmael, sí, y a todos los de su casa.

11 Y luego que hubo acabado de hablarles, habló a Sam, diciendo: Bendito eres tú y tu posteridad, pues heredarás el país, así como tu hermano Nefi; y tu posteridad será contada con la de él; y tú serás aun como tu hermano, y tu posteridad será como la suya, y tú serás bendecido todos tus días.

12 Y aconteció que después que mi padre, Lehi, hubo hablado a todos los de su casa, según los sentimientos de su corazón y el Espíritu del Señor que había en él, mi padre envejeció. Y aconteció que murió y fue sepultado.

13 Y aconteció que no muchos días después de su muerte, Lamán, Lemuel y los hijos de Ismael se enojaron conmigo a causa de las amonestaciones del Señor.

14 Porque yo, Nefi, me sentía constreñido a hablarles según la palabra de él; porque yo les había hablado muchas cosas, y también mi padre, antes de morir; y muchas de estas palabras están escritas sobre mis aotras planchas, porque una parte con más historia está escrita sobre mis otras planchas.

15 Y sobre aéstas escribo las cosas de mi alma, y muchas de las Escrituras que están grabadas sobre las planchas de bronce. Porque mi alma se deleita en las Escrituras, y mi corazón las bmedita, y las escribo para la cinstrucción y el beneficio de mis hijos.

16 He aquí, mi aalma se deleita en las cosas del Señor, y mi bcorazón medita continuamente en las cosas que he visto y oído.

17 Sin embargo, a pesar de la gran abondad del Señor al mostrarme sus grandes y maravillosas obras, mi corazón exclama: ¡Oh, bmiserable hombre que soy! Sí, mi corazón se entristece a causa de mi carne. Mi alma se aflige a causa de mis iniquidades.

18 Me veo circundado a causa de las tentaciones y pecados que tan fácilmente me aasedian.

19 Y cuando deseo regocijarme, mi corazón gime a causa de mis pecados; no obstante, sé en quién he confiado.

20 Mi Dios ha sido mi apoyo; él me ha guiado por entre mis aflicciones en el desierto; y me ha preservado sobre las aguas del gran mar.

21 Me ha llenado con su aamor hasta consumir mi carne.

22 Ha confundido a mis aenemigos hasta hacerlos temblar delante de mí.

23 He aquí, él ha oído mi clamor durante el día, y me ha dado conocimiento en avisiones durante la noche.

24 Y de día se ha fortalecido mi confianza en ferviente aoración ante él; sí, he elevado mi voz a las alturas; y descendieron ángeles y me ministraron.

25 Y mi cuerpo ha sido aconducido en las alas de su Espíritu hasta montañas muy altas; y mis ojos han visto grandes cosas, sí, demasiado grandes para el hombre; por lo tanto, se me mandó que no las escribiera.

26 Entonces, si he visto tan grandes cosas, si el Señor en su condescendencia para con los hijos de los hombres los ha visitado con tanta misericordia, ¿apor qué ha de llorar mi corazón, y permanecer mi alma en el valle del dolor, y mi carne deshacerse, y mi fuerza desfallecer por causa de mis aflicciones?

27 Y ¿por qué he de aceder al pecado a causa de mi carne? Sí, ¿y por qué sucumbiré a las btentaciones, de modo que el maligno tenga lugar en mi corazón para destruir mi cpaz y contristar mi alma? ¿Por qué me enojo a causa de mi enemigo?

28 ¡Despierta, alma mía! No desfallezcas más en el pecado. ¡Regocíjate, oh corazón mío, y no des más lugar al aenemigo de mi alma!

29 No vuelvas a enojarte a causa de mis enemigos. No debilites mi fuerza por motivo de mis aflicciones.

30 ¡Regocíjate, oh mi corazón, y clama al Señor y dile: Oh Señor, te alabaré para siempre! Sí, mi alma se regocijará en ti, mi Dios, y la aroca de mi salvación.

31 ¿Redimirás mi alma, oh Señor? ¿Me librarás de las manos de mis enemigos? ¿Harás que yo tiemble al aparecer el apecado?

32 ¡Estén cerradas continuamente delante de mí las puertas del infierno, pues quebrantado está mi acorazón y contrito mi espíritu! ¡No cierres, oh Señor, las puertas de tu justicia delante de mí, para que yo bande por la senda del apacible valle, para que me ciña al camino llano!

33 ¡Oh Señor, envuélveme con el manto de tu justicia! ¡Prepara, oh Señor, un camino para que escape delante de mis enemigos! ¡Endereza mi sendero delante de mí! No pongas tropiezo en mi camino, antes bien despeja mis vías ante mí; y no obstruyas mi sendero, sino más bien las vías de mi enemigo.

34 ¡Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti aconfiaré para siempre! No pondré mi bconfianza en el brazo de la carne; porque sé que maldito es aquel que cconfía en el brazo de la carne. Sí, maldito es aquel que pone su confianza en el hombre, o hace de la carne su brazo.

35 Sí, sé que Dios dará aliberalmente a quien pida. Sí, mi Dios me dará, si no bpido cimpropiamente. Por lo tanto, elevaré hacia ti mi voz; sí, clamaré a ti, mi Dios, roca de mi rectitud. He aquí, mi voz ascenderá para siempre hacia ti, mi droca y mi Dios eterno. Amén.


CAPÍTULO 5

Los nefitas se separan de los lamanitas, cumplen con la ley de Moisés, y edifican un templo—Por motivo de su incredulidad, los lamanitas son separados de la presencia del Señor, son maldecidos, y se convierten en azote para los nefitas. Aproximadamente 588—559 a.C.

1 He aquí, sucedió que yo, Nefi, clamé mucho al Señor mi Dios, por motivo de la aira de mis hermanos.

2 Pero he aquí, su ira aumentó contra mí, a tal grado que trataron de quitarme la vida.

3 Sí, murmuraron contra mí, diciendo: Nuestro hermano menor piensa agobernarnos, y nos ha sobrevenido mucha angustia por causa de él. Matémoslo, pues, para que ya no seamos afligidos más por causa de sus palabras. Porque he aquí, no queremos que él sea nuestro gobernante; pues a nosotros, sus hermanos mayores, nos corresponde gobernar a este pueblo.

4 Ahora bien, no escribo sobre estas planchas todo lo que murmuraron contra mí. Pero me basta con decir que trataron de quitarme la vida.

5 Y aconteció que el Señor me aadvirtió a mí, bNefi, que me apartara de ellos y huyese al desierto, con todos los que quisieran acompañarme.

6 Sucedió, pues, que yo, Nefi, tomé a mi familia, y también a aZoram y su familia, y a Sam, mi hermano mayor, y su familia, y a Jacob y José, mis hermanos menores, y también a mis hermanas y a todos los que quisieron ir conmigo. Y todos los que quisieron acompañarme eran aquellos que creían en las bamonestaciones y revelaciones de Dios; y por este motivo escucharon mis palabras.

7 Y llevamos nuestras tiendas y todo cuanto nos fue posible, y viajamos por el desierto por el espacio de muchos días. Y después que hubimos viajado durante muchos días, plantamos nuestras tiendas.

8 Y mi pueblo quiso que diéramos el nombre de aNefi a ese sitio; por tanto, lo llamamos Nefi.

9 Y todos los que se hallaban conmigo optaron por llamarse el apueblo de Nefi.

10 Y nos afanamos por cumplir con los juicios, y los estatutos y mandamientos del Señor en todas las cosas, según la aley de Moisés.

11 Y el Señor estaba con nosotros, y prosperamos en gran manera; porque plantamos semillas, y a cambio, cosechamos abundantemente. Y empezamos a criar rebaños, manadas y animales de toda clase.

12 Y yo, Nefi, también había traído los anales que estaban grabados sobre las aplanchas de bronce; y también la besfera o cbrújula que la mano del Señor había preparado para mi padre, de acuerdo con lo que se ha escrito.

13 Y aconteció que comenzamos a prosperar en extremo, y a multiplicarnos en el país.

14 Y yo, Nefi, tomé la aespada de Labán, y conforme a ella hice muchas espadas, no fuera que, de algún modo, los del pueblo que ahora se llamaban blamanitas cayeran sobre nosotros y nos destruyeran; porque yo conocía su odio contra mí y mis hijos y aquellos que eran llamados mi pueblo.

15 Y enseñé a mi pueblo a construir edificios y a trabajar con toda clase de madera, y de ahierro, y de cobre, y de bronce, y de acero, y de oro, y de plata y de minerales preciosos que había en gran abundancia.

16 Y yo, Nefi, edifiqué un atemplo, y lo construí según el modelo del btemplo de Salomón, salvo que no se construyó de tantos materiales cpreciosos, pues no se hallaban en esa tierra; por tanto, no se pudo edificar como el templo de Salomón. Pero la manera de su construcción fue semejante a la del templo de Salomón; y su obra fue sumamente hermosa.

17 Y aconteció que yo, Nefi, hice que mi pueblo fuese aindustrioso y que trabajase con sus manos.

18 Y aconteció que ellos quisieron que yo fuera su arey. Pero yo, Nefi, deseaba que no tuvieran rey; no obstante, hice por ellos cuanto estaba en mi poder.

19 Y he aquí, se habían cumplido las palabras del Señor a mis hermanos, palabras que habló en cuanto a ellos, que yo sería su agobernante y su bmaestro. Por tanto, yo había sido su gobernante y maestro, según los mandatos del Señor, hasta la ocasión en que trataron de quitarme la vida.

20 Por tanto, se cumplió la palabra que el Señor me habló, diciendo: Por cuanto ellos ano quieren escuchar tus palabras, serán bseparados de la presencia del Señor. Y he aquí, fueron separados de su presencia.

21 Y él había hecho caer la amaldición sobre ellos, sí, una penosa maldición, a causa de su iniquidad. Porque he aquí, habían endurecido sus corazones contra él, de modo que se habían vuelto como un pedernal; por tanto, ya que eran blancos y sumamente bellos y bdeleitables, el Señor Dios hizo que los cubriese una cpiel de color obscuro, para que no atrajeran a los de mi pueblo.

22 Y así dice el Señor Dios: Haré que sean arepugnantes a tu pueblo, a no ser que se arrepientan de sus iniquidades.

23 Y malditos serán los descendientes de aquel que se amezcle con la posteridad de ellos; porque serán maldecidos con la misma maldición. Y el Señor lo habló; y así fue.

24 Y a causa de la maldición que vino sobre ellos, se convirtieron en un pueblo aocioso, lleno de maldad y astucia, y cazaban animales salvajes en el desierto.

25 Y el Señor Dios me dijo: Serán un azote a tus descendientes para estimularlos a que se acuerden de mí; y si no se acuerdan de mí, ni escuchan mis palabras, los castigarán hasta la destrucción.

26 Y acaeció que yo, Nefi, aconsagré a Jacob y a José para que fuesen sacerdotes y maestros sobre la tierra de mi pueblo.

27 Y aconteció que vivimos de una manera feliz.

28 Y habían transcurrido treinta años desde que salimos de Jerusalén.

29 Y yo, Nefi, había llevado los anales de mi pueblo hasta entonces sobre mis planchas, las que yo había hecho.

30 Y sucedió que el Señor Dios me dijo: Haz aotras planchas; y grabarás sobre ellas muchas cosas que son gratas a mis ojos, para el beneficio de tu pueblo.

31 Por tanto, yo, Nefi, para ser obediente a los mandatos del Señor, fui e hice aestas planchas sobre las cuales he grabado estas cosas.

32 Y grabé lo que es agradable a Dios. Y si mi pueblo se complace con las cosas de Dios, se complacerá con mis grabados que están sobre estas planchas.

33 Y si mi pueblo desea saber la parte más particular de la historia de mi pueblo, debe buscarla en mis otras planchas.

34 Y bástame decir que habían transcurrido cuarenta años, y ya habíamos tenido guerras y contiendas con nuestros hermanos.


CAPÍTULO 6

Jacob narra la historia judía: El cautiverio de los judíos en Babilonia y su regreso; el ministerio y la crucifixión del Santo de Israel; la ayuda recibida de los gentiles; y la restauración de los judíos en los últimos días cuando crean en el Mesías. Aproximadamente 559—545 a.C.

1 Las palabras de Jacob, hermano de Nefi, las cuales habló al pueblo de Nefi:

2 He aquí, amados hermanos míos, que yo, Jacob, habiendo sido llamado por Dios y ordenado conforme a su santo orden, y habiendo sido consagrado por mi hermano Nefi, a quien tenéis por arey o protector, y de quien dependéis para que os dé seguridad, he aquí, vosotros sabéis que os he hablado muchísimas cosas.

3 Sin embargo, os hablo otra vez, porque anhelo el bienestar de vuestras almas. Sí, grande es mi preocupación por vosotros, y a vosotros mismos os consta que siempre lo ha sido. Porque os he exhortado con toda diligencia y os he enseñado las palabras de mi padre; y os he hablado tocante a todas las cosas que están escritas, desde la creación del mundo.

4 Y ahora bien, he aquí, quisiera hablaros acerca de cosas que son y que están por venir; por tanto, os leeré las palabras de aIsaías. Y son las palabras que mi hermano ha deseado que os declare. Y os hablo para vuestro bien, para que conozcáis y glorifiquéis el nombre de vuestro Dios.

5 Ahora bien, las palabras que os leeré son las que habló Isaías acerca de toda la casa de Israel; por tanto, se os pueden aplicar, porque pertenecéis a la casa de Israel. Y hay muchas cosas que Isaías ha hablado, las cuales se os pueden aplicar, pues sois de la casa de Israel.

6 Y éstas son las palabras: aAsí dice el Señor Dios: He aquí, yo alzaré mi mano a los gentiles, y levantaré mi bestandarte a los pueblos; y traerán en brazos a tus hijos, y en hombros llevarán a tus hijas.

7 Y reyes serán tus ayos, y sus reinas, tus nodrizas; con el rostro hacia la tierra se postrarán ante ti y lamerán el polvo de tus pies; y sabrás que yo soy el Señor; porque los que me aesperan no serán avergonzados.

8 Y ahora yo, Jacob, quisiera hablar algo concerniente a estas palabras. Porque he aquí, el Señor me ha manifestado que los que se hallaban en aJerusalén, de donde vinimos, han sido destruidos y bllevados cautivos.

9 No obstante, el Señor me ha mostrado que avolverán otra vez. Y también me ha mostrado que el Señor Dios, el Santo de Israel, se ha de manifestar a ellos en la carne; y que después que se haya manifestado, lo azotarán y lo bcrucificarán, según las palabras del ángel que me lo comunicó.

10 Y después que hayan empedernido sus corazones y endurecido sus cervices contra el Santo de Israel, he aquí, los ajuicios del Santo de Israel vendrán sobre ellos. Y se aproxima el día en que serán heridos y afligidos.

11 Por lo que, después que sean echados de un lado a otro, pues así dice el ángel, muchos serán afligidos en la carne, y no se les permitirá perecer a causa de las oraciones de los fieles; y serán dispersados y heridos y odiados; sin embargo, el Señor será misericordioso con ellos, para que acuando lleguen al bconocimiento de su Redentor, sean creunidos de nuevo en las tierras de su herencia.

12 Y benditos son los agentiles, acerca de quienes el profeta ha escrito; porque he aquí, si es que se arrepienten y no luchan contra Sión, ni se unen a esa grande y babominable iglesia, serán salvos; porque el Señor Dios cumplirá sus cconvenios que ha hecho a sus hijos; y por esta causa el profeta ha escrito estas cosas.

13 Por tanto, los que luchen contra Sión y contra el pueblo del convenio del Señor lamerán el polvo de sus pies; y el pueblo del Señor no será aavergonzado. Porque los del pueblo del Señor son aquellos que lo besperan; pues todavía esperan la venida del Mesías.

14 Y he aquí, según las palabras del profeta, el Mesías se dispondrá por asegunda vez a restaurarlos; por lo tanto, cuando llegue el día en que en él crean, él se bmanifestará a ellos con poder y gran gloria, hasta la cdestrucción de sus enemigos, y no será destruido ninguno que crea en él.

15 Y los que no crean en él serán adestruidos tanto por bfuego, como por tempestades, y por temblores de tierra, por la efusión de sangre y por cpestilencia y por hambre. Y sabrán que el Señor es Dios, el Santo de Israel.

16 ¿aPues será quitada la presa al poderoso? o ¿será librado el cautivo blegítimo?

17 Empero así dice el Señor: Aun los acautivos le serán quitados al poderoso, y la presa del tirano será librada; porque el Dios bFuerte clibrará a su pueblo del convenio. Pues así dice el Señor: Yo contenderé con aquellos que contiendan contigo;

18 y a los que te oprimen daré de comer su propia carne; y con su propia sangre serán embriagados como con vino dulce; y conocerá toda carne que yo, el Señor, soy tu Salvador y tu aRedentor, el bFuerte de Jacob.